Fue a inscribir su candidatura a Presidente de la República en 1999 saliendo desde la Casa Central de la Universidad de Chile. En la ocasión venía desde el Instituto Nacional, pues había decidido iniciar la caminata hacia el SERVEL desde las dos instituciones públicas que le albergaron como estudiante. Desde luego, abrigaba en este acto, más allá de las formalidades electorales requeridas, un profundo simbolismo acerca de sus raíces y de sus más profundos afectos.
En la Universidad de Chile fue alumno y profesor destacado en la Escuela de Derecho y alcanzó la Secretaría General en un período particularmente álgido para la institución, cuando tuvo que emplear mucho de su talento dialogante para ayudar a restaurar la estabilidad que la Universidad necesitaba. Fue dirigente estudiantil en Derecho y de la Federación de Estudiantes de Chile desempeñando luego una carrera académica que le permitió combinar el mundo de la reflexión y la creación, con el de la acción y las reivindicaciones.
Hombre estudioso, había completado sus estudios en la Universidad de Duke, y de vuelta de su exilio se vinculó como investigador en el Programa de Empleo para América Latina. Desde entonces comenzó a articular su actividad política, dando forma a un nuevo partido y propiciando un diálogo que Chile necesitaba para recuperar su democracia y construir un gobierno de acuerdos y progreso.
Es decir, durante toda su carrera académica y política, Lagos fue un hombre de diálogo, de negociaciones, de encuentro constructivo para proteger el bien común. Es su historia una de gran consecuencia de principios.
La labor de su mandato está ya sometida al juicio de la historia. No cabe duda de que se trató de un período que infundió una dinámica económica que Chile necesitaba, con un amplio plan de obras de infraestructura y un programa que abrió las fronteras del país y lo constituyó en un referente mundial en materia de libre comercio. Años que dieron continuidad a los gobiernos de la Concertación, que con extremo simplismo han sido posteriormente mal enjuiciados.
Sin embargo, los mismos no tienen parangón en la historia de Chile en materia de progreso económico y social. Incluso en el año 2005 como producto de un amplio consenso, introdujo reformas importantes en la Constitución Política para poner al día al país en una serie de aspectos. El año 2017 se le propinó un duro golpe por parte de los partidos de su coalición, al negársele la posibilidad de ser candidato presidencial, error que se complementó más tarde con la virtual destrucción de la coalición de gobierno que Lagos tanto ayudó a construir.
Desde entonces se ha perdido el norte del país, sin posibilidad de retornar a políticas sólidas, a buena gestión y a resultados sostenibles en materia social. Es cierto, hubo errores en la administración Lagos, pero contrastando con los alcances significativos de sus obras la evaluación no puede sino ser positiva.
No olvidaré los días en que nos encontramos en PREALC, cumpliendo tareas de investigación. Sencillo, afable, tal y como lo conociera en los años de la Secretaría General de la Universidad de Chile. Desde Buenos Aires fue mi patrocinante para poder acceder a una beca para completar mi Magister en la Universidad de Chile e iniciar mis estudios de doctorado. Cuando fue Presidente conversamos varias veces, incluyendo aquél debate sobre el destino de dos instituciones de la Universidad de Chile que habían sido emblemáticas: el Liceo Manuel de Salas y el Instituto Pedagógico. El primero retornó a la casa que le había dado vida, contando para ello con el apoyo de quien fuera su distinguido ex alumno. Y también cuando discutimos sobre la necesidad de actualizar el estatuto que la Universidad de Chile había recibido como legado de tiempos de dictadura. Y con el empeño de la comunidad universitaria y el apoyo decisivo del presidente Lagos, la institución adquirió en el 2006 un estatuto fruto del consenso y el diálogo universitario inteligente.
En estos días en que hemos conocido su decisión de retirarse de la actividad política, no podemos más que enunciar nuestro homenaje a un hombre que ha sido consecuente durante toda su vida. El anuncio de su retiro es una muestra más de aquello. Ha sido consecuente con su profunda vocación ciudadana y su enorme espíritu de servicio público. Consecuente también con la seriedad y responsabilidad que debiera siempre dominar las acciones de las figuras políticas, puesto que son así los portadores de una enseñanza para las nuevas generaciones.
Ojala esto sea una lección en el contexto de la educación cívica que tanto dijimos era necesario reponer en nuestra enseñanza, y que hoy día añoramos con mayor fuerza y nostalgia.
Prof. Luis A. Riveros
Universidad Central
Columna publicada en Diario Estrategia.