Un recrudecimiento de la sensación de inseguridad parece estar desbordando los límites de la actual crisis de seguridad. En un hecho que no tendría precedentes en los últimos años, el país se ha visto sacudido por una serie de balaceras que provocaron 18 homicidios en apenas 96 horas. Las reacciones no se dejaron esperar. Desde solicitudes de renuncia a autoridades políticas por parte de las oposiciones hasta el llamado a usar las herramientas constitucionales, como el estado de sitio, desde sectores del oficialismo para enfrentar la compleja situación.
La semana termino con una serie de anuncios presidenciales para enfrentar esta fase aguda de la crisis. Para bien o para mal el manejo de La Moneda puede abrirle una insospechada ventana de oportunidad para (re)tomar el control de la agenda e intentar arrebatarle al bloque opositor el relato del manejo de la crisis de seguridad. Esto supone desafíos en términos de comunicación gubernamental (para construir apoyo y legitimidad a las medidas) pero sobre todo de capacidad para construir los consensos necesarios desde la Política.
La mayoría de las voces comparten el diagnóstico: la respuesta del Estado ha sido insuficiente para hacer frente a la actual crisis que se expresa en una singular paradoja: una “respuesta estatal desorganizada” (improvisada, descoordinada y poco efectiva) frente al “crimen organizado”. En este escenario de juego de suma cero entre gobierno y oposición parece necesario preguntarse ¿cuál es rol que le compete a la Política (con “P” mayúscula) en la gestión de la crisis?
Como sabemos la Política es una actividad cuyo objetivo es el de resolver pacífica y razonablemente conflictos entre las personas y grupos humanos. Más precisamente, la política es una forma particular de afrontar y procesar conflictos que deben resolverse democráticamente. No cabe duda de que la naturaleza de la actual crisis exige rebajar la dimensión competitiva de la política y fortalecer su dimensión cooperativa. Hasta ahora la cooperación ha sido más bien escasa influida por la proximidad del ciclo electoral a menos de 100 días de las elecciones del 27-O.
Una segunda paradoja nos remite a la idea acerca de que si para algo sirve la Política (quizás para lo único que sirve) es para generar consensos acerca de problemas complejos que requieren también de soluciones complejas y no soluciones simples.
En un contexto donde la percepción de inseguridad ha aumentado desbordando nuestras capacidades institucionales de respuesta, la Política se convierte en quizás el único instrumento posible para buscar soluciones efectivas, integrales y sostenibles. Se requiere de manera urgente, como lo señaló el Presidente Boric en su comparecencia del jueves pasado al anunciar un conjunto de medidas para enfrentar la fase aguda de la crisis, de amplios acuerdos inducidos por la compleja situación que atraviesa el país en materia de seguridad.
En el pasado hemos enfrentado situaciones que requirieron de consensos. Un ejemplo exitoso de concertación social fue la estrategia contra la reducción de la pobreza acordada a comienzos de los 1990s entre gobierno y oposición. En ese consenso amplio y transversal observamos un ejemplo inequívoco de como la Política pudo ser parte de la solución.
¿Qué es lo que nos está impidiendo encontrar una solución? Tal vez la respuesta tenga que ver con la polarización por arriba de nuestra élite del poder (como lo señalábamos en este mismo espacio) que empuja a la actual parálisis del sistema político y que se expresa en negación de las urgencias, postergación de soluciones, persistencia de vetos y bloqueos mutuos y cortoplacismo que terminan reduciendo la capacidad transformadora de la Política.
Esperemos que en los próximos días la Política con “P” mayúscula sea la que se imponga y recupere su rol de articulación de acuerdos dejando atrás la política con “p” minúscula asociada a una forma de hacer política que es vista como menos noble y más centrada en intereses particulares, tácticas a corto plazo y prácticas donde los valores éticos y el compromiso con el bienestar general son reemplazados por el interés personal, la manipulación y renuncia a forjar acuerdos.
La gente sigue esperando resultados de la Política. Mantiene todavía algo de ilusión a pesar de su frustración reiterada con los políticos y la política. Esperemos que esta sea la hora de la política con P mayúscula.
Fuente: https://www.theclinic.cl/2024/07/21/columna-de-marco-moreno-el-rol-de-la-politica-en-la-actual-crisis-de-seguridad/