En Chile, la relación entre justicia y política se torna cada vez más estrecha. La judicialización de la política, evidenciada en casos como la prisión preventiva de los exalcaldes Daniel Jadue y Cathy Barriga, plantea un debate crucial: ¿están las instituciones combatiendo eficazmente la corrupción o la justicia se ha politizado?
El columnista Marco Moreno reflexiona sobre este fenómeno, señalando que podría ser interpretado como una señal positiva de que la ley aplica para todos, o como un peligroso reflejo de corrupción sistémica y polarización. «La política debería ser un campo de servicio público, pero las dinámicas actuales parecen incentivar la corrupción», comenta.
A medida que figuras públicas continúan desfilando por los tribunales, se hace evidente la necesidad de fortalecer mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, así como de promover reformas que prioricen el bienestar colectivo sobre los intereses personales.
La pregunta persiste: ¿es la política la que corrompe a las personas, o es el sistema el que fomenta la corrupción? Este desafío requiere no solo reformas estructurales, sino un compromiso activo de la ciudadanía para redefinir el propósito y los valores de la política en Chile.