“Los jóvenes de entornos más ricos y de regiones urbanas y aquellos con padres con educación universitaria tienen más probabilidades de asistir y graduarse de la educación superior, asistir a programas e instituciones más prestigiosos y asistir a estudios de posgrado”, afirman las académicas de la Universidad de Toronto, Elizabeth Buckner y Yara Abdelaziz.
Dicha conclusión es parte del estudio denominado Wealth-based inequalities in higher education attendance: a global snapshot, el busca cuantificar la desigualdad educativa en el mundo revisando las diferencias en el logro de la educación superior a nivel transnacional.
El análisis contempló las tasas de asistencia a la educación superior de 117 países con indicadores que cuantifican la desigualdad basada en la riqueza.
Si bien la literatura anterior logra representar el avance en el acceso a la educación secundaria, el estudio de la Universidad de Toronto analiza cuántos y quiénes de los que se matriculan logran egresar.
La metodología se basó en cuatro índices: el índice de paridad de riqueza (relación entre las tasas de asistencia de los quintiles más ricos y más pobres); la razón de probabilidades (relación entre las probabilidades de asistencia de los quintiles más ricos y más pobres); el índice de disimilitud (medida de la proporcionalidad de la asistencia en todos los quintiles de riqueza); y el índice de oportunidades humanas (medida que combina tanto la proporcionalidad como las tasas generales de asistencia para medir el progreso hacia el acceso universal).
Otro de los hallazgos del estudio, plantear que estas diferencias son mucho más acentuadas en los países de ingresos bajos: “Los países de bajos ingresos tienen altas desigualdades en las tasas de finalización de la educación secundaria, lo que genera desigualdades posteriores en la asistencia y finalización de la educación terciaria.
Mientras tanto, en los países de ingresos medios, las tasas de finalización de la educación secundaria son más iguales que las tasas de asistencia o finalización de la educación terciaria”.
De acuerdo a los datos analizados, en los países de ingresos medios, donde más se ve reflejada la desigualdad educativa, es en la transición de la educación secundaria a la superior.
“Por el contrario, los países de ingresos altos tienen disparidades relativamente pequeñas en las tasas de finalización de la secundaria o de asistencia a la educación terciaria, pero todavía hay grandes brechas en las tasas de finalización de la educación terciaria, y los estudiantes más pobres tienen menos probabilidades de completar dos años de educación superior”, concluyen.